Un poco más contenta
camina ahora.
Con la cabeza en alto,
no le importa lo que
de ella digan.
Tuvo a su hija,
que sonríe siempre;
cuando ella sonríe,
también su mamá.
De la loca que moriría,
sola junto a otros
locos, dentro de aquel triste cuarto,
con tantas tristes ventanas
como gotas de lluvia,
que atravesaban los vidrios que nunca estuvieron...
Cuántes veces te dijeron
y cuán pocas te detuviste.
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